En China crecen con fuerza, pero en Alemania son casi desconocidos: los vehículos eléctricos con extensor de autonomía podrían transformar la industria automotriz. Sin embargo, los fabricantes alemanes aún no apuestan por esta tecnología, y eso podría tener consecuencias importantes.
Una apuesta por la variedad tecnológica, pero con una omisión clave
Düsseldorf / Viena – Los fabricantes de automóviles alemanes están optando por una estrategia diversificada para el futuro de la movilidad. En lugar de enfocarse en una única tecnología, ofrecen a sus clientes una gama de opciones: motores de combustión a gasolina o diésel, eléctricos a batería y, en un futuro cercano, quizás incluso con combustibles sintéticos (e-fuels). En el sector, esta estrategia se conoce como “apertura tecnológica”.
No obstante, esta apertura parece tener un punto ciego. Las marcas tradicionales como Volkswagen, Mercedes-Benz y BMW están ignorando una tendencia que gana impulso en otros mercados: el auge de los llamados “range-extender” o extensores de autonomía. Esta tecnología combina un motor eléctrico como fuente principal de propulsión con un pequeño motor de combustión interna que actúa como generador para recargar la batería cuando se agota. De esta forma, se eliminan las preocupaciones por la limitada autonomía y la escasez de estaciones de carga, manteniendo a la vez una conducción mayoritariamente eléctrica.
China lidera, Alemania observa
La preferencia de los consumidores es clara, al menos en China. En 2024, el mayor mercado automotor del mundo ha mostrado un giro decisivo hacia los vehículos con extensor de autonomía. Esta tendencia ha sido tan fuerte que, por primera vez, los fabricantes alemanes perdieron su liderazgo en el segmento de SUV premium ante competidores locales. Así lo demuestran datos exclusivos del proveedor de análisis Marklines, a los que tuvo acceso el Handelsblatt.
Esto representa más que una simple estadística de ventas: indica un cambio profundo en el comportamiento del mercado y la capacidad de innovación de los nuevos actores chinos. Mientras las marcas alemanas siguen apostando por sus tradicionales motores de combustión y el desarrollo de vehículos eléctricos puros, fabricantes emergentes en China están desarrollando tecnologías intermedias que combinan lo mejor de ambos mundos: una experiencia eléctrica con la autonomía extendida de un generador de combustible.
¿Una oportunidad desperdiciada?
En teoría, Alemania tiene la capacidad técnica para liderar también en este segmento. Su experiencia en ingeniería, sus recursos industriales y su reconocimiento global como potencia automotriz la colocan en una posición privilegiada. Sin embargo, la resistencia a adoptar el modelo de range-extender parece reflejar una falta de visión estratégica en un momento de transformación tecnológica global.
Mientras tanto, en China, empresas como Li Auto han apostado con éxito por esta fórmula híbrida. Su crecimiento de ventas en el segmento premium ha sido exponencial. Para muchos consumidores, el extensor de autonomía representa una solución práctica y atractiva frente a las limitaciones de los vehículos eléctricos puros, sin tener que volver completamente a la gasolina.
Alemania ante una decisión crítica
La pregunta que ahora ronda a la industria alemana es si su enfoque en múltiples tecnologías realmente representa una ventaja o si, por el contrario, los está alejando de las verdaderas innovaciones que mueven al mercado. Apostar exclusivamente por tecnologías que no convencen al consumidor actual, como los e-fuels o los eléctricos con autonomía limitada, podría traducirse en una pérdida de competitividad a largo plazo.
A medida que los mercados asiáticos lideran el cambio hacia nuevas formas de movilidad, los fabricantes alemanes enfrentan una disyuntiva: adaptarse rápidamente a las preferencias globales o seguir confiando en su legado tecnológico. Lo que está en juego no es solo su posición en el mercado, sino su relevancia en la industria automotriz del futuro.