Boca Juniors arrancó con el pie derecho en la Copa de la Liga al vencer 2-0 a Tigre en Victoria, en un partido que marcó el inicio del ciclo de Diego Martínez como entrenador. El equipo xeneize fue letal durante un breve tramo del primer tiempo, en el que logró marcar los dos goles que le dieron tranquilidad y le permitieron volver a sonreír después de una serie de resultados irregulares.
La efectividad de los delanteros fue clave. En solo cinco minutos, entre el minuto 17 y el 22 de la primera parte, Boca concretó las dos jugadas que definirían el encuentro. La primera llegó tras un error del rival: un pase corto de Cardozo a Nardelli fue interceptado por Merentiel, quien no perdonó y definió con categoría. En la segunda, el propio Merentiel se vistió de asistidor y habilitó a Benedetto, que se filtró entre la defensa local y amplió la ventaja.
Más allá de la contundencia en el área, Boca no dominó el partido desde lo futbolístico. Pero supo presionar en el momento justo, capitalizar los errores del rival y sacar provecho de sus oportunidades. Encontrar goles en sus dos principales atacantes es un punto positivo, sobre todo considerando la falta de eficacia que mostró Cavani en el último partido ante Sarmiento.
Desde el juego, el equipo mostró cierta mejora. Sin ser dueño absoluto del balón, logró controlar los tiempos del partido. Mauricio Benítez aportó más equilibrio en el mediocampo y fue un socio más confiable para Pol Fernández que Campuzano. Zenón volvió a destacarse, y Advíncula, jugando como volante-extremo, aunque con menos desequilibrio que en la etapa anterior con Almirón, también sumó al funcionamiento colectivo.
En la segunda mitad, Tigre intentó reaccionar con varios cambios ofensivos. Gorosito mandó al campo a Maroni, Esquivel y Londoño buscando un sacudón anímico y futbolístico, pero el equipo no encontró respuestas. Apenas logró generar un remate de Maroni y una jugada confusa que Romero resolvió sin mayores problemas.
Por su parte, Boca bajó el ritmo. Martínez reemplazó a Benedetto con Bullaude, quien dejó buenas sensaciones, pero el equipo no supo aprovechar los espacios que dejaba Tigre ni la desesperación del local. Merentiel tuvo dos chances claras para convertir el tercero, pero no estuvo fino en la definición. El partido perdió claridad y se tornó más trabado que jugado.
Los minutos finales mostraron a un Boca que supo manejar los nervios de Tigre y controlar la ventaja. No fue un triunfo brillante, pero sí necesario. El equipo cumplió con lo justo, ganó el encuentro que debía ganar y ahora cuenta con un respiro para enfocarse en mejorar su rendimiento general.
Porque hay partidos que se ganan más por eficacia que por elaboración. Y hay victorias que no necesitan explicación. Esta fue una de ellas.